Agus con su camisón de Cenicienta, principesca, tan fresca y tan activa como si fueran las 9 de la mañana, habla, le pone pasta a su cepillo... hace mil cosas con tal de no dormirse.
Fede, en su infinita tranquilidad, la mira, la mira como si tratara de comprender si eso que ella hace es "ser grande" y, bueno, parece que sí, por tanto la imita. Sube y baja de su banquito, se cepilla prolijamente y cuando le pregunto si ya terminó, me muestra sus hermosos dientitos en una falsa sonrisa.
Son tan hermosos, tan pequeños, tan grandes y tan míos que no puedo evitar emocionarme... Ayer agarre la cámara y les saque fotos para reforzar la sensación, creo, de que ese momento puede perdurarse por siempre no sólo en mi memoria. Agradezco a Dios cada día por elegirme como su mamá!
Los amo a ambos y a su adorable papá!